Han pasado algunos miles de años desde la creación de este patriarcado que ha delineado una lógica de sociedad sostenida por la ley del más fuerte, competencia avalada por la razón evidente.
Nos hemos enfrascado en la fragmentación, guerra entre aparentes opuestos, buscadores de tesoros y deidades externas; ahí donde el hombre y la mujer son el resultado imperfecto de la creación de un tirano perfecto.
Todas las religiones humanas han sido justificadas en las vidas de seres extraordinarios que hemos adorado como salvadores superiores, arquetipos inalcanzables, super héroes, modelos esclavizantes que más que redentores son sepultureros intocables de la escoria pecadora que no sabe lo que hace.
Desde ese punto nos hemos desarrollado, el inconsciente colectivo aún alberga la conciencia de pecador creada por seres inferiores que deseaban el control del rebaño, esclavos idiotizados que han pasado de tener cadenas con grilletes a creencias homogéneas donde el trabajo y el sudor nos amarra al martirio de la escases de tiempo que nos impide cultivar el conocimiento y la libertad originada por la expansión de la mente y la experiencia del saber.
En el instante en el cual salimos de la verticalidad; manera lineal de observar la realidad y comenzamos a integrar y asociar las distintas fuentes del conocimiento, se vislumbra que todos aquellos personajes que por ignorancia adoramos e idolatramos, nos gritaron los principios que albergan al creador del mundo y su acción, pues: “Yo soy quien soy” “Yo soy el camino la verdad y la vida” “Yo soy la creación y la destrucción del universo” “Yo soy el principio y el final”.
Todo fue sentenciado en simpleza, pero por desgracia nuevamente lo tergiversamos, el creador que surge del verbo consciente nuevamente fue exteriorizado y el humano una vez más se vuelve un esclavo idiotizado por el consumismo, las creencias de miedos y terror que nos empujan a ser guiados y manipulados por aquellos a quienes hemos empoderado, autoridad externa que seguirá como reina hasta que despertemos al poder del yo soy, energía del humano creador que deja de ser un animal racional para transformarse en dueño de su vida y realidad.
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Rodrigo Oyarzun G
tucoachescritor