Nos han enseñado a que la vida es esto o eso, lo de acá o eso de allá, el negro o el blanco, que la verdad es una, aunque eso vaya en contra de toda lógica, dignidad o aplicabilidad en la totalidad.
De lo anterior es necesario aclarar ciertos puntos…
Se escucha de forma muy recurrente a muchos de los instructores new age de la actualidad proclamar de que la vida no es negro & blanco y que la manera “correcta” se desplaza desde los matices, los grises. Quizás lo anterior guarda relación con realidades primitivas del comportamiento humano que sobre bases tales como: el fundamentalismo, terrorismo o todo tipo de “ismos” -que por la ley del cambio están condenados a morir tarde o temprano- buscan establecer ciertas conductas o regulaciones cívicas o morales.
La ciencia esta en reconocer que eso que el común llama bien y mal es parte de una polaridad que es vital para el funcionamiento de este mundo, energías opuestas que movilizan la vida en la materia y por lo demás necesarias para el crecimiento y desarrollo de la vida.
El hecho de que el ser humano no sea capaz de dominar esas “fuerzas” es en gran medida por grado de conciencia y en segundo orden por la ignorancia sobre los principios que rigen los mecanismos de la vida en el tiempo y el espacio.
Lo cierto es que ningún ser humano que ha sido capaz de trascender el sistema del egoísmo y la comodidad y que hoy en día el común de las personas llama: iluminados, enviados, salvadores, revolucionarios del pensamiento, emprendedores rupturistas o cualquiera que salga de la monotonía de la normalidad, no se ha movido en los grises o matices, eso es tibieza, carencia de pasión, emoción, y la vida se gesta en el mundo de formación que es regida por la emoción.
La realidad es que todos los grandes maestros de la emoción (poderosos en espíritu proyectado para crear) manejan la ley de antagonismo, la conjunción de los opuestos o lo que en oriente algunos llaman el “Wu-Wei”.
Lógica del mínimo esfuerzo que surge cuando se aprecia el poder contenido en los opuestos al aplicar la fuerza de aquel electromagnetismo que se genera como respuesta a la unificación del nombre de la creación como flujo dentro de un sistema mecánico donde sus principios (Idea, pensamiento, emoción, acción) nos sacan de la lógica del esfuerzo, el sacrificio, la escases y la fragmentación.
Por supuesto, lo recién expuesto es un trabajo en el intelecto, la emoción que debe ser practicada en la acción y que demanda veneración, constancia, aceptación y estar abiertos a vomitar la programación de las generaciones que habitaron por siglos la sumisión y la fragmentación.
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Rodrigo Oyarzun G
Tucoachescritor