Es habitual escuchar a personas maldecir contra los cielos y culpar de sus penurias y miserias a eso que llaman “Dios” o a su némesis, un ser que reconocen como “Satán”.
Las consignas anteriores se sustentan esencialmente en una programación enraizada a través de instituciones y organismos que han usado la figura de “seres humanos” del pasado con altos niveles y grados de espíritu para levantar aquellos bastiones de inequidad, degradación y tergiversadores de la verdad que nosotros llamamos religiones.
Lo cierto es que ninguno de estos supuestos fundadores pretendía iniciar religiones o cualquier tipo de institución que se adueñara de supuestas reglas de comportamiento para llegar a una supuesta deidad externa que nos prometía la salvación o condenación eterna si obedecíamos o no sus soberanas reglas.
Lo anterior, una evidente creación de mentes primitivas en busca del control y el poder fuera de toda ley o principio universal. Todos y cada uno de los avatares de la humanidad eran conscientes del peligro inminente que se alzaba con el establecimiento de jerarquías o castas sacerdotales constructoras de rebaños inconscientes y carente de todo poder espiritual. Y para aquellos que ya se han dado el trabajo de comparar, investigar y explorar en la construcción de síntesis por medio de la relación de las religiones, y dogmas existentes sabrán de lo que se esta hablando en estas líneas.
Lo real (eso que va más allá de la ilusión material) es que lo que nosotros llamamos “sagradas escrituras” sean provenientes de oriente, occidente, norte o sur, es una tecnología constituida sobre leyes y principios donde se nos informa -por medio de infantiles historias plagada de símbolos como; el árbol del conocimiento, la manzana y el pecado original- cuales son las consecuencia cuando no se respetan las leyes del sistema de creación, (eso que las mentes primitivas del tiempo aún llaman dios) y que se podría sintetizar con lo que algunos conocen como causa y efecto.
Pero…
¿Cómo explicar entonces al adoctrinado que todo lo que se nos vendió por siglos era una tergiversación de los hechos y los mensajes para obtener el control de las masas?
¿Cómo decir al que lucha por el pan de cada día que hay otra cosa que no sea el sufrimiento contraído por la ignorancia?
¿De que manera mostrar a la masa que esos a quienes adoran y esperan nunca pretendieron se adorados o ensalzados sobre pulpitos y dogmas que aborrecen el cambio el cual es por si mismo la esencia de eso que llaman dios?
¿A través de que medios mostrar al dormido que todos estos supuestos fundadores de dogmas nos repitieron una y otra vez hasta el hastió que eso que la mente primitiva llama y llamaba dios era “Uno”‘?
Lo anterior sin duda seria mucha responsabilidad, porque nos entregaría el poder y la habilidad de responder sin excusas ante los acontecimientos que surgen en nuestras vidas, llevándonos por consecuencia al conflicto interior (camino obligado de eso que algunos llaman iluminación) es más fácil ceder dicho poder a un dios, a una religión, a un gobierno, un líder, ¿no lo crees así?.
El sistema de creación (eso que llamamos dios) ha colocado todo a nuestra disposición para co-crear nuestras experiencias, de hecho así es: tu vida es un reflejo de tus creencias, ideas, pensamientos, emociones y acciones, este mundo es por lógica consecuencia la sumatoria de todos esos pequeños mundos que llamamos personas…por eso deja de culpar a dios o al satán por tu miseria intelectual y emocional (espíritu) o pedir a gritos a ese salvador que debe venir a remediar tus infantiles creaciones o tu falta de madurez espiritual…eso no sucederá… el mundo cambiara cuando decidamos madurar (emocionalmente) y de una vez por todas tomar la responsabilidad total.
Para ser capaces de aplicar lo anterior es fundamental que saquemos la fabula con cola llamada Satanás o la de aquel anciano con barbas que algún día nos juzgara, eso que llamamos bien y mal; Yin y Yang, son energías necesarias para impulsar la creatividad de “Uno” , aquel que domina estas energías mediante la integración y la unión del nombre del sistema mediante el uso de los principios que conforman dicho nombre se convertirá en hijo de hombre (ya no más animal) y por consecuencia será conocido como hijo de dios.
¿Lo anterior es fácil? Pues claro que no, ya que iluminar nuestras sombras significa sacar a la luz nuestras miserias, experiencias sepultadas, todo eso que en un 90% se construye en nuestra infancia, levantando percepciones, diseñando experiencias y realidades individuales (como seres sociales constructores de culturas) que a su vez alzan realidades colectivas. Para cualquier tipo de transformación entonces es preciso el conflicto, la ley de lo físico y lo metafísico nos dicen que sin caos no hay orden, sin orden no podría existir el caos, el Yin y el Yang, bien y mal, opuestos en relación permanente, al aceptar este caos dentro del orden de creación nos sometemos a las leyes, empujándonos a conocer los principios para así crear nuestras vidas con responsabilidad.
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Rodrigo Oyarzun G